¿Quién gana y quién pierde con el petróleo barato?

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El petróleo se ha convertido en una materia prima de volatilidad extrema. Pese a un momentáneo repunte ayer de más de un 1%, el crudo llegó a retroceder en dicha sesión 2.26%, perforando la barrera de los 40 dólares y situándose en zonas de mínimos que no se registraban desde hace siete años. El precio del barril de Brent se encontraba en 40.58 dólares, lo que supone un 65% menos con respecto a 2014, cuando por la misma cantidad se pagaban 115 euros. La reunión de la OPEP, concluida sin acuerdo en lo referente a los niveles máximos de producción, es la principal culpable de la excesiva oferta que satura en la actualidad el mercado del crudo.

El petróleo barato resulta terriblemente devastador para todos los países exportadores de petróleo, sobre todo para los considerados pobres, como Venezuela. En este sentido, el ministro de Petróleo de ese mismo país, Eulogio Del Pino, consideró que el precio del crudo puede volver a perder un 50%, hasta los 20 dólares por barril, una cifra desconocida desde 2002. “Los precios cayeron entre 15 y 20 dólares después de cada una de las últimas tres últimas reuniones, en las que no se hizo nada”, advirtió del Pino el pasado viernes, tras conocerse que la OPEP mantendrá el nivel máximo de producción en 30 millones de barriles diarios.

“Se trata de una cifra que, además, no está siendo ya respetada. Hay más petróleo de la OPEP en el mercado que el que marca esa cifra, y a ello hay que añadirle que Irán, una vez que se libre de las sanciones económicas, añadirá alrededor de 500,000 barriles diarios”, señala José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España.

El experto advierte de un mercado sobresaturado y de una clara tendencia a la baja que puede llevar el precio del Brent, de referencia en Europa, a niveles de entre 30-35 dólares. “El precio del petróleo se encuentra ya prácticamente en equilibrio. Casi no hay beneficio ya en su producción, pero cuando hay una tendencia fuerte a la baja, y en este caso la hay, es difícil decir dónde está el suelo. Desde luego, no consideramos que se vaya a llegar a los 20 dólares por barril en ningún caso”, analiza Campuzano.

Según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), son 97 los millones de barriles que se ponen diariamente en el mercado para satisfacer una demanda que este año se sitúa en el orden de los 1.8 millones de barriles diarios. En este sentido, la institución advierte de que la demanda de este año ha sido la mayor de los últimos cinco años, y que las perspectivas para 2016 no son mejores. De hecho, en sus previsiones, la IEA estima que la demanda mundial de petróleo caerá a los 1.2 millones de barriles diarios.

“El mercado del petróleo se encuentra inmerso en la tormenta perfecta: por un lado, la oferta se encuentra desestabilizada por la invasión de las nuevas tecnologías relacionadas con la energía. Por otro lado, la demanda se encuentra también desequilibrada por el menor crecimiento mundial como consecuencia de la crisis”, explica Mohamed A. El-Erian, jefe asesor económico de la multinacional Allianz.

En los últimos años, los países de la OPEP han visto cómo iban perdiendo cuota de mercado con su política de estabilización de los precios del petróleo. Ahora, que las nuevas tecnologías han permitido la entrada de nuevos jugadores, la OPEP busca garantizar su parte del pastel, aún a costa de un precio volátil y menores beneficios. “Normalmente en el mercado del petróleo hay siempre una máxima: los precios bajos llevan tarde o temprano a un ajuste” explica Campuzano, que sin embargo señala que, en esta ocasión, se dan todos los factores para que la tendencia sea muy difícil de revertir.

Y es que los analistas advierten de que, pese a lo que pudiera parecer, los países importadores de petróleo tampoco obtienen un beneficio claro de la situación del crudo barato. “Se puede ver claramente en la Bolsa. Cuando de repente cae el precio del Brent, los valores de las empresa cotizadas caen también”, apunta Campuzano. Es indudable que un menor gasto en importaciones de energía redunda en una mayor renta disponible para las familias y en menores costos para las empresas. Sin embargo, un precio a la baja en el crudo es un claro factor de inestabilidad. Y los inversionistas odian la inestabilidad.

Arabia Saudí tiene la llave del equilibrio

El dilema del prisionero. Arabia Saudita también resulta ostensiblemente perjudicada por un mundo inundado de petróleo, pero considera que es un mal necesario para conseguir mantener su cuota de mercado ante la amenaza de nuevos productores.

Los países pobres de Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), como Venezuela y Ecuador, que presentan unos mayores costos de extracción, hablan de catástrofe si se mantiene esta política de precios y apelan al dinero que se está perdiendo para intentar convencer a los países árabes. Sin embargo, el bloque inmovilista, del que se ha erigido como portavoz Arabia Saudita, tiene muy claro que no recortará la producción a cualquier precio.

Según un informe sacado a la luz por Bloomberg, Arabia Saudita estaría dispuesta a reducir la producción si Rusia, México y Kazajistán también se unen a esta política de reducción de la producción de forma coordinada con la OPEP. Además, exige que Irak congele el número de barriles diarios que pone en el mercado, para que el acuerdo llegase a buen puerto, lo que complica enormemente la situación.

Esta medida se antoja imposible, toda vez que Rusia ya ha anunciado su “firme intención” de seguir incrementando su producción de crudo y competir vía precios con la OPEP. “Llegará un punto en el que todo caiga por su propio peso, pero Arabia Saudita tiene la llave para evitar mucho sufrimiento”, explican los analistas consultados.

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