Por dónde vendrá la inversión público-privada en salud

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Si el presente gobierno se toma en serio el cumplimiento de la cobertura realmente universal de salud para los mexicanos aún estaría a tiempo de lograrlo, pero le faltarían algunas reformas profundas en este sector, y no necesariamente reformas de ley.

Una de ellas es la convergencia de las distintas instituciones de salud —léase IMSS, ISSSTE, Seguro Popular, Sedena o Pemex— incluyendo inevitablemente la homologación de prestaciones que ofrecen. Suena como que difícil o casi imposible por distintas razones, pero una fundamental es que no se ve por dónde zanjar el factor laboral y/o sindical, que es distinto para cada una de esas instituciones.

Sin embargo, hay propuestas sobre la mesa que valen ser analizadas. Hablemos de la planteada por la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), que preside Mario Vela, y la Fundación para la Salud (Funsalud), presidida a su vez por el empresario Pablo Escandón. Proponen modelos de colaboración público-privada para ampliar la protección en salud con mayor respaldo financiero del que el gobierno puede otorgar.

Podría ser financiamiento privado para prestadores de salud pública, “ampliando la infraestructura, transparentando el acceso y mejorando la eficiencia para toda la población”. O podría ser como el modelo aplicado en Colombia, Uruguay y Holanda donde logran la universalidad integrando a los prestadores privados para la gestión del financiamiento público bajo esquemas de contribuciones ajustadas por riesgos.

Con éste último se logra eliminar la segmentación por ingresos, dado que las aseguradoras públicas y privadas compiten sobre un mismo terreno de juego para afiliar a población sin distinción de sus ingresos.

Gestión de enfermedades en Alemania

Otro ejemplo es el de Alemania. Ese país europeo encontró una manera exitosa de abordar la epidemia de diabetes y enfermedades crónicas no transmisibles; estableció programas de gestión de enfermedades crónicas (PGE) operados por aseguradoras sociales y en pocos años de operación lograron mejorías importantes en los indicadores de salud, a la vez que pudieron realinear su gasto hacia la atención primaria y reducir costos.

Una clave del éxito fue que aplicaron esquemas competitivos justamente para la gestión de enfermedades y se centraron en poblaciones con necesidades particulares de salud, y sobre todo en la persona y sus expectativas.

Los que están a cargo de dichos PGE son los fondos estatutarios de salud —las agencias encargadas del fondeo y de la gestión financiera de la seguridad social alemana— y el modelo ayuda a combinar el monitoreo de costos y resultados de salud con la coordinación de los procesos de atención.

Hay que decir que un punto clave en los buenos resultados de dichos programas de salud es que los alemanes sí obtuvieron la libertad de elegir la institución de salud a la cual afiliarse, una gran diferencia respecto de México.

Parte de estas propuestas se explica en una edición distribuida por Funsalud durante el evento de su 30 aniversario en el 2015.

Mancera y los fármacos con cannabis

Tiene sentido aquello que dice el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, de que las empresas farmacéuticas mexicanas tendrían que incursionar en producir medicamentos con cannabis si se legalizan éstos, como es de esperarse en el transcurso del 2016.

Tiene toda la lógica porque, si son legalizados los fármacos con mariguana por el Congreso mexicano, lo que se estará aprobando en automático es la opción de importar los productos con cannabis que ya se vienen produciendo y probando en varios estados de Estados Unidos. Sin embargo, existe una creciente industria farmacéutica mexicana que seguro ya está previendo cómo incursionar en esa nueva línea de negocio que significarán los fármacos con cannabis para tratamiento de diversos padecimientos.

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