EN UNA DÉCADA, 70% DE LAS PÉRDIDAS ECONÓMICAS POR DESASTRES NATURALES CARECIERON DE UN SEGURO

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Los infraseguros de riesgos de Daños constituyen un reto global. Gran parte de la brecha de protección se debe a los riesgos de catástrofe natural no asegurados, que han crecido de manera constante durante los últimos 40 años. Los datos de Sigma de Swiss Re muestran que las pérdidas económicas totales por desastres naturales han sido de 180 000 millones de dólares anuales de media durante la última década, con un 70 por ciento de esta cifra (127 000 millones, o 1.3 billones de dólares en total en los 10 años) sin asegurar. Los terremotos, las inundaciones y las tormentas son los principales riesgos, especialmente en zonas de alta concentración de población y valor inmobiliario.

Pero los datos históricos no registran de forma exhaustiva todos los grandes escenarios catastróficos. La modelización de posibles sucesos futuros ofrece una estimación global de las pérdidas no aseguradas esperadas a causa de desastres naturales (en términos de volumen de primas) de 153 000 millones de dólares al año.

En términos absolutos, la mayor parte de la brecha de protección global se concentra en E.U.A., Japón y China (82 000 millones de dólares). En los mercados emergentes, la media de pérdidas económicas no aseguradas es de entre el 80 por ciento y el 100 por ciento. Las pérdidas esperadas no son tan altas en términos absolutos, pero igualmente pueden agotar los recursos económicos.

Para el ámbito más amplio de los riesgos de Daños (incluidos los de incendio, robo e inundaciones) y de pérdida de beneficios, los infraseguros se pueden calcular a partir de la diferencia entre los países con buenas prácticas y aquellos con menor porcentaje de penetración de los seguros (con las primas como porcentaje de producto interior bruto [PIB]).

La demanda de seguros suele estar motivada por factores económicos, pero la correlación con factores de riesgo (como la exposición a catástrofes naturales) es débil, y muchas zonas de alto riesgo tienen una baja cobertura. Una comparación global de penetración de los seguros entre naciones sugiere una diferencia general de protección de daños de 68 000 millones en todo el mundo.

Entre los países más infraasegurados en relación con su PIB existen muchos que tienen economías con altas tasas de crecimiento. En ellos, aun cuando la clase media (en rápida expansión) acumula considerables riquezas nuevas, la adquisición de seguros sigue rezagada.

Se calcula que el mercado de los Daños habrá tenido un valor global de las primas de 413 000 millones de dólares en 2014. La suma de los datos de los modelos de catástrofes naturales y las comparativas económicas de los mercados de Daños sugieren un valor global de infraseguros de Daños de 221 000 millones de dólares en términos de pérdidas esperadas.

Los infraseguros se clasifican en varias categorías: totalmente no asegurado, asegurado contra ciertos riesgos, asegurado con condiciones de póliza restrictiva (deducibles/exclusiones) e infravaloración de activos. Ciertos riesgos, como algunas catástrofes naturales, actos de terrorismo, problemas informáticos o problemas contingentes que causen pérdida de beneficios, pueden poner a prueba los límites de la asegurabilidad.

Y, para las personas, factores como la percepción del riesgo, el conocimiento sobre los seguros, la asequibilidad, la confianza en las ayudas públicas tras los desastres, la confianza en los aseguradores y la facilidad para hacer negocios pueden dificultar la adopción de coberturas adecuadas, especialmente en mercados nuevos.

El cierre de la brecha de los infraseguros requerirá medidas específicas por parte de los aseguradores y el Estado para modificar los hábitos de compra y las estructuras de los mercados. A partir de sus conocimientos, y centrándose en aquellos que carecen totalmente de seguros o disponen de una cobertura insuficiente, los aseguradores pueden desempeñar un papel vital para reforzar la fortaleza de los hogares y las empresas contra los riesgos de daños.

Las innovaciones en los productos y la distribución, así como las medidas para manejar la exposición acumulada, serán factores críticos para ayudar a la sociedad a gestionar mejor los riesgos. También resultará extremadamente útil el desarrollo de herramientas analíticas y de recolección de datos para entender mejor la exposición.

Al mismo tiempo, los gobiernos tendrán que ofrecer un marco regulador fuerte, establecer y poner en práctica normas de construcción y promover medidas paliativas para reducir la exposición al riesgo. De este modo, la colaboración entre el sector público y el privado puede ser la clave para cerrar la brecha de protección en casos en los que la asegurabilidad de los riesgos se enfrente a limitaciones.

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