ENFÓQUESE EN SER ÚNICO, Y NO EN SER EL MEJOR

Mucho se ha dicho sobre el valor de construir a favor de una cultura sólida y valiosa (en términos de valores) en nuestras empresas. Hoy  quiero argumentar a favor de lo anterior y sumar una cualidad fundamental: ser único, en lugar de enfocarse en ser el mejor, para construir valor en el  interior de la organización.

¿Pero cómo  construimos una cultura que resulte única y difícil de imitar? ¿Cómo puede ello ser atractivo para el mejor talento? Intentaremos resolver a continuación estas interrogantes.

Cuando nos detenemos a reflexionar sobre aquello que nos motiva en la vida, es claro que en primera instancia respondemos  a aspectos materiales inmediatos: queremos tener una o varias propiedades, viajar, asegurar la educación de nuestros hijos, un retiro digno, empresas… En  fin, si seguimos por ese camino, la lista podría parecer interminable. Sin embargo, si hacemos la pregunta de otra forma, podremos encontrar respuestas más interesantes. ¿Qué  tal si mejor nos cuestionamos esto?: ¿qué es lo que realmente me hace feliz? En la búsqueda de bienestar, ¿qué es lo que verdaderamente anhelo?

Recupero el pensamiento de William James (filósofo y psicólogo estadounidense  del siglo XIX, considerado por varios como el padre de la psicología moderna) mediante estas palabras suyas: “Cómo obtener, cómo mantener, cómo recuperar la felicidad es, de hecho, para la mayor parte de los hombres y en todo momento  la razón secreta de todo lo que hacen y de todo lo que están dispuestos a soportar”.¹

Pareciera entonces que, si continuamos atendiendo a lo primero   —los motivadores externos— ¡por supuesto que encontraremos placer y regocijo! La   noticia triste es que se trata de un estímulo temporal, efímero y condicionado; es decir, mi bienestar existirá  si y sólo si ciertas condiciones se encuentran presentes en mi vida.

¿Cómo me acerco entonces al bienestar genuino, a la felicidad duradera? No tengo  afán de meterme en complicaciones de índole filosófica profunda, pero diré de manera rápida y sencilla que será cultivando aquello que encuentro realmente significativo en la vida, aquello que se apega a mi misión.

Después de llegar hasta aquí establezco el vínculo con el mundo empresarial, con el universo del director que se debate continuamente entre qué hacer para atraer más y mejor

¹ En Trabajar y vivir en equilibrio:    transformando el ámbito laboral desde el cambio interior,   México, AtentaMente, A. C.

talento y  cómo arraigarlo y mantenerlo al cabo de los años. Si pasamos la vida persiguiendo motivadores externos, recompensando a nuestros colaboradores únicamente²     con lo que creemos que los hará felices, esto será una persecución interminable que, irremediablemente, acabará por decepcionar a alguien (por ejemplo cuando no se cumpla el objetivo, se generen expectativas mayores de la recompensa, cambien las condiciones, etcétera).   Por ello, coleccionar trofeos no es ni será suficiente en la búsqueda del bienestar.

Nuestra propuesta es construir a favor de un liderazgo con sentido humano, generar un clima abierto donde la comunicación fluya en varias direcciones;  un ambiente de escucha empática que nos acerque a cada uno de nuestros colaboradores; entrenarnos como líderes que inspiren con el ejemplo, trabajar a favor de la presencia,³     atención, calma, claridad y flexibilidad como principio.

Todo esto parecerá sin duda  un entorno idílico inalcanzable; y, sin embargo,  puedo decir con conocimiento de causa que, afortunadamente, conozco organizaciones en México que ya se mueven en esa dirección. Finalmente, las empresas son entidades constituidas por personas; y, aun  con las mejores políticas organizacionales, si los individuos están insatisfechos, estresados, desmotivados y carentes de valores, seguramente en el ambiente habrá tensión, frustración y bajo desempeño. Todos sabemos que tanto el estrés como la amabilidad se contagian:  cuando estamos bien, nos sentimos más motivados para trabajar. “Las personas felices son mejores trabajadores. Aquellos que están comprometidos con su trabajo y con sus colegas trabajan más y con mayor inteligencia”.⁴

Hoy propongo cambiar el rumbo y empezar con el boceto de una nueva idea empresarial. La  pregunta guía tal vez pudiera ser: ¿cómo es la empresa que anhelo? ¿Qué requiere de mí transformarla en esa dirección?

Puedo compartir que, cuando me hice esa pregunta hace unos años, además de tener tableros de control claros que miden la productividad con varios indicadores cuantificables y de revisarlos cada semana con los responsables directos de las áreas, decidí incluir un tablero de control de liderazgo muy particular:

Semana Firmeza Estabilidad Compasión Inspiración Confiabilidad Esperanza        

Realmente, este nuevo parámetro mide cualidades de las personas que queremos ser en nuestra empresa, define el rumbo y traza el mapa que es recordado semana tras semana. En ocasiones nos acercamos más a alguna;  a veces descuidamos totalmente otras; tampoco nos reprochamos, simplemente somos conscientes de estar en el camino de convertirnos en lo que, a nuestro juicio, es un buen líder.

Y, para concluir, buscamos que esta filosofía medible cotidianamente  permee todas las áreas de la organización. Pensamos que eso verdaderamente nos hace únicos.                                                             

² No digo que no sea importante, pero es sólo el inicio.   

³ O estado de presencia, como la cualidad de estar presente: sin juicios, sin proyecciones, sin perseguir, sin rechazar. ¡Vaya cosa!   

⁴ Annie McKee, en Harvard Business Review (noviembre de  2014).

Habrá  personas que busquen construir en esa misma dirección;  para ellos seremos atractivos, para ellos tendremos un espacio especial, con ellos trabajaremos, muy seguramente, por varios años.

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