OPINIÓN: DETERMINAR EL VALOR ECONÓMICO DE UNA ASEGURADORA, UN TRABAJO MONUMENTAL

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Debido a la diversidad de prácticas contables y al modelo de negocio de las aseguradoras, los estados de resultados anuales revelan lo permisible bajo prácticas que no están necesariamente alineadas con conceptos económicos de creación de valor.

El negocio de las aseguradoras es el de absorber riesgo de la sociedad, a cambio de una prima o consideración. Solamente ciertos riesgos son susceptibles de absorción —aquellos que pueden ser razonablemente modelizados o los que no suponen riesgo moral para la aseguradora. Así, eventos como la pérdida parcial o total de un vehículo a consecuencia de un accidente, es asegurable. El evento de divorcio generalmente no lo es, dado que puede darse un incentivo económico para cancelar un contrato matrimonial para recibir una indemnización.

Así, las compañías de seguros son entidades que operan bajo un marco regulatorio generalmente complejo. En México, la Ley de Instituciones de Seguros y Fianzas, prevé autorizaciones para los ramos de vida, accidentes y enfermedades, y daños, y la Circular Única de Seguros y Fianzas, documento de más de 900 páginas, detalla los requerimientos técnicos y contables que deben observar las aseguradoras.

Por la naturaleza de los seguros, cabría esperar cierres de cuenta en plazos mayores a un año. Existen elementos cíclicos que inciden en la experiencia de siniestros, tales como la actividad sísmica o meteorológica, las tendencias macroeconómicas y otros factores que impactan las cuentas en el largo plazo. Sin embargo, es práctica universal presentar resultados cada año —e inclusive cifras al ente regulador con frecuencia trimestral o hasta mensual—. El analista financiero no siempre está facultado para conocer el valor económico que una compañía de seguros crea para sus accionistas.

¿Cuál es, pues, el valor de una compañía de seguros? Atendiendo a principios fundamentales podemos decir que desde el punto de vista meramente económico, el valor es la suma de los siguientes conceptos:

  • El capital ajustado, que representa los intereses de los accionistas en el valor de los activos que excede al valor de los pasivos, reducido por el capital requerido para sostener la operación.
  • El valor del negocio vigente, que representa el valor descontado o valor presente de las utilidades netas de impuestos que se espera que genere la cartera de seguros.
  • El valor del negocio futuro, que representa el valor descontado o valor presente de las utilidades futuras, netas de impuestos, que se espera que generen las primas emitidas en el futuro. En otras palabras, existe un componente tangible (primero de los puntos anteriores) que es la diferencia entre activos y pasivos, y uno intangible, también conocido como valor de la franquicia, o habilidad de la compañía de seguros de generar rentabilidad futura (puntos 2 y 3, respectivamente).

La perspectiva económica alude a la diferencia entre activos y pasivos, valuados en un precio que refleje el entorno macroeconómico en el que se desenvuelve la compañía.

Hace más de dos décadas, la revista británica The Economist describió a la industria aseguradora como una en “estado de crisis”: al no existir los bondadosos rendimientos de las inversiones de las primas, las compañías se abocaron a suscribir riesgos “a mitad de precio”. Esto se maquilló mediante prácticas contables cosméticas, como, por ejemplo, la liberación de reservas acumuladas. Se destruyó, entonces, valor económico.

La industria no tuvo el enorme impacto que afrontó el sector financiero y bancario en la crisis global de 2007—08, y ahora está en una mejor situación. Los intentos de armonizar normativas contables por parte del International Standards Accounting Board (IASB) han ciertamente coadyuvado a mejorar la transparencia y comunicación con los accionistas, pero el camino no ha sido del todo recorrido. Hace falta terminar varias tareas.

En resumen, la creación de valor económico es la mejor medida de desempeño de la compañía. Ésta no se refleja adecuadamente en los sistemas contables actuales. El reto de determinar los incrementos de valor económico de un periodo determinado es trabajo monumental.

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