El bache entre Emilio y Enrique

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Son dos caballeros más o menos de la misma edad que el destino los trajo a un conflicto inevitable. Tienen un bache en su relación y a ese bache hay que nombrarlo combustóleo.

Uno, Enrique Ochoa, un economista por el ITAM, doctor en políticas públicas por Columbia. El otro, Emilio Lozoya, también economista por el ITAM, maestro en desarrollo económico por Harvard.

Ochoa tiene la misión de hacer más eficientes las máquinas de la CFE que generan la electricidad que permiten que usted lea este texto. Para lograrlo, debe cambiarlas de combustible: de combustóleo, a gas natural. El problema es que Pemex no puede venderle más gas natural porque no puede producir más.

Lozoya tiene la misión de hacer rentable una empresa con mala suerte: PEMEX. Además de que el precio de su producto principal, el petróleo, cayó a la mitad en un año, su principal cliente del también depreciado combustóleo ya le redujo las compras. El problema es que si no lo vende, no tiene en dónde ponerlo.

¿Y qué pasa cuando irremediablemente produces combustóleo al “cocer” el petróleo para producir gasolina? ¿Qué pasa si no puedes vender ese combustóleo? Pregunté a un experimentado ingeniero de Pemex. Va la respuesta en crudo: Tienes que bajar producción. ¿De todo? Sí, de todo, incluyendo gasolinas.

Pausa para los datos: El volumen de ventas de combustóleo de Pemex cayó 62 por ciento en lo que va de la administración correspondiente a estos dos caballeros. En dinero, la caída es aún peor.

Está claro: Pemex no tiene muchas opciones para vender el combustóleo. ¿Entonces? ¿Procesa menos crudo? ¿Produce menos gasolinas?

Sí, coincidentemente. Datos de la petrolera muestran que la producción de gasolinas cayó 7.0 por ciento en el mismo plazo.

¿Y qué hacemos? A grandes males, grandes remedios. Un experto propone lo siguiente: exportemos combustóleo a Centroamérica por Salina Cruz y cambiemos las banquetas en el país.

El combustóleo es casi chapopote. Puede integrarse al asfalto. Con una debida delineación con concreto de las banquetas éstas pueden incluso durar más gracias a la flexibilidad de los materiales.

¿Banquetas feas? Este experto asegura que en Japón es lo normal. Yo casi estoy seguro de haber caminado sobre banquetas de asfalto en Suiza. En ninguno de los dos países hay banquetas feas.

Lo feo es confrontar a dos caballeros con intenciones de arreglar dos empresas que sí, en algún momento se pusieron feas.

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